Cuando en febrero de 1990, Gorbachov dio un paso adelante en superestroika renunciando al monopolio político del PCUS y convocando elecciones parcialmente pluralistas, se encontró con que en Lituania, Letonia, Estonia y Moldavia ganaban las fuerzas políticas independentistas. Lituania declaró inmediatamente su independencia, sentando un precedente para las demás repúblicas que constituían la URSS. La desintegración de la URSS no vino, sin embargo, motivada por las reivindicaciones de los pequeños pueblos bálticos. El movimiento que definitivamente derrumbó la URSS vino de Rusia. En mayo de 1990, Borís Yeltsin, quien había sido expulsado del PCUS en 1987, fue elegido presidente del Parlamento ruso. Desde esa posición de poder, Yeltsin impulsó medidas que precipitaron el fin de la Unión Soviética. En julio de 1990, el XXVIII Congreso del PCUS constató la acelerada decadencia del partido que había aglutinado al estado soviética durante décadas.
El propio ministro de asuntos exteriores Eduard Shevarnadze dimitió en diciembre de 1990 en protesta por lo que él veía como un inminente golpe de estado que devolvería al país a la época de Breznev. Acorralado entre las fuerzas comunistas conservadoras que buscaban una vuelta atrás en el proceso de reformas y las fuerzas reformistas y nacionalistas, Gorbachov trató de negociar un nuevo Tratado de la Unión que reconstruyera sobre nuevas bases de mayor libertad nacional la antigua URSS. Sin embargo, los comunistas ortodoxos trataron de imponer una solución de fuerza, el 19 de agosto de 1991, Gorbachov era secuestrado en su residencia de veraneo en el Mar Negro y un grupo de comunistas de la línea dura se ponían al frente de un golpe militar. La falta de unidad en el ejército y las acciones de protesta popular en Moscú hicieron fracasar el golpe. Fue el momento de Borís Yeltsin, quién se puso al frente de la protesta contra el golpe en la capital del país. El golpe militar frustrado fue como la señal de alarma que precipitó la huida precipitada de todas las repúblicas de una Unión Soviética que a nadie ya interesaba. Mientras el PCUS, el instrumento político que había aglutinado a la URSS, era prohibido. El 1 de diciembre de 1991, el 90.3 % de los ucranianos votaron por la independencia. El 8 de ese mes, en una solución improvisada sobre la marcha, los líderes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkevich, se encontraron cerca de Brest-Litovsk y acordaron la denominada Declaración de Belovezhskaya Pusha: las tres repúblicas eslavas abandonaban la URSS y formaban una así llamada Confederación de Estados Independientes. El 21 de diciembre, en un encuentro celebrado Almá Atá, ocho de los doce repúblicas restantes de la URSS (Estonia, Letonia, Lituania y Moldavia habían optado por la independencia pura y simple) siguieron el ejemplo de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Impotente y abandonado por casi todos, Gorbachov dimitió como Presidente de la URSS el día 25 de diciembre de 1991. La bandera roja soviética era arriada en el Kremlin de Moscú. La bandera rusa la sustituía. Rusia tomaba el relevo de la URSS en la escena internacional: las embajadas, el puesto permanente en el Consejo de Seguridad, el control del armamento nuclear soviético... Sin embargo, el mundo bipolar de la guerra fría había tocado a su fin. Anunciado por el presidente Bush a principios de 1991, nacía un "nuevo orden mundial".
· 8 de diciembre de 1991, los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, ex repúblicas de la URSS de población eslava, se reunieron en el coto natural de Belovézhskaya Puscha para firmar un acuerdo que pusiera fin a la Unión Soviética y establecer la Comunidad de Estados Independientes (CEI), inicialmente percibida por muchos habitantes de la URSS como el mismo perro con distinto collar.
La firma del acuerdo de disolución de la URSS fue la culminación de una época convulsa llena de cambios. Para el veinte de agosto de 1991 había sido anunciada la firma del nuevo Tratado de la Unión. Esta se convertiría en un Estado federativo compuesto por repúblicas soberanas con poderes mucho más amplios. Sin embargo, los georgianos votaron a favor de separarse de la URSS. Las demás repúblicas también estaban a punto de declararse independientes de las autoridades centrales de Moscú.
El intento de golpe de Estado fue emprendido el diecinueve de agosto de 1991. El mismo día, el presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR, por sus siglas en ruso), Borís Yeltsin, transmitió un mensaje a los ciudadanos del país en el que calificaba la situación de “golpe de Estado reaccionario”. Yeltsin convocó una huelga general. Gracias a la negativa de los militares y los comandos especiales de los servicios secretos, la intentona golpista fracasó pero sirvió de catalizador para los movimientos separatistas en las repúblicas que integraban la URSS.
Una de las primeras consecuencias fue la caída del orden mundial bipolar constituido por los Estados del Pacto de Varsovia, por una parte, y por los de la OTAN, por la otra.
Desde el principio de la planificación operativa, el ejército y las autoridades policiales alemanas intentaron emprender una guerra de aniquilación contra el estado comunista y los judíos de la Unión Soviética, a quienes definían como la "base racial" del Estado soviético.Con 134 divisiones con máxima capacidad de lucha y 73 divisiones más para el despliegue detrás del frente, las fuerzas alemanas invadieron la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, antes de que se cumplieran dos años de la firma del pacto alemán-soviético.
Pero después de meses de campaña, el ejército alemán estaba exhausto. Los estrategas alemanes, que habían confiado en un colapso soviético rápido, no habían equipado a sus tropas para la lucha en invierno. Y como esperaban que el personal militar viviera de lo que producía la tierra de una Unión Soviética conquistada a costa de la población local, que según los cálculos alemanes moriría de hambre por millones, los estrategas alemanes no proporcionaron los alimentos y medicamentos suficientes. Peor aún fue que las tropas alemanas avanzaban tan rápidamente que superaban a sus líneas de suministro, y dejaban así flancos apenas defendidos vulnerables al contraataque soviético a lo largo del trecho de 1.000 millas (1.609 km) que iba desde Berlín hasta Moscú.
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